martes, 14 de junio de 2011

¿Por Qué No Hay Avivamiento Hoy?


¿Por Qué No Hay Avivamiento Hoy? es la falta de auto sacrificio, es decir, no queremos abandonar nada para dar todo por el Señor. Esto es mostrado en que debemos de “convertirnos de (nuestros) malos caminos” y “tomar (nuestra) cruz cada día, y seguirlo” (2 Crónicas 7:14; Lucas 9:23). Esto significa simplemente que no podemos continuar viviendo en el pecado y al mismo tiempo reclamar que vivimos para el Señor. Ya ven, amados, así como el agua y el petróleo no pueden mezclarse juntos, es totalmente imposible para la santidad y la iniquidad convivir; o tener comunión. “Porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” (2 Corintios 6:14).

Por lo tanto, vemos primero, que para que el avivamiento venga tenemos que “convertirnos de (nuestros) malos caminos”. Esto significa que tenemos que abandonar, es decir, convertirnos de la manera que hemos estado viviendo; porque “todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino” (Isaías 53:6) siempre que reincidamos en el pecado. Y ¿qué son “malos caminos” sino en darle la espalda al Señor Jesucristo para vivir “de los placeres temporales de pecados” (Hebreos 11:25) y “amar al mundo, y las cosas que están en el mundo” (1 Juan 2:15)? ¿Digo algo que no es Bíblico? ¡Definitivamente que no! Cada creyente verdadero sabe de experiencia las tentaciones y luchas con el pecado en su vida; y más ciertamente, ellos conocen sus fracasos y reincidencias. Ya ven, amados, lo que Dios dice de Su pueblo antiguo es también verdad de Su pueblo en estos días; y Él tiene toda razón porque quejarse: “Mi pueblo está inclinado a rebelarse contra mí” (Óseas 11:7). Qué santo de Dios no puede decir con el apóstol Pablo: “Y yo sé que en mí (esto es en mi carne) no mora el bien; pues el querer está en mí, pero el hacer el bien no. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, éste hago. Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que mora en mí” (Romanos 7:18-20).

Sin embargo, tristemente el cristiano por negligencia o desobediencia voluntariosa, en vez de voltear a Dios en busca de la gracia y las fuerzas para resistir la tentación y huir de ella (compare Génesis 39:7-12), se rendirá por el momento del placer del pecado. Una vez que eso sucede, no sólo encontramos que el pecado llega a ser más atractivo y más fuerte, pero ¡también llega a ser más grato! ¡Por eso es que estamos tan susceptibles a reincidir! A causa del pecado que mora en nosotros, ¡lo amamos! Además, endurece nuestro corazón (Hebreos 3:13). Eso en seguida lo hace muy difícil de “convertirnos de (nuestros) malos caminos”; e incluso si somos hechos conscientes de nuestra reincidencia en alguna manera u otra, hallamos que o no queremos volvernos a Él; o ¡no lo podemos hacer de nuestro propio! Además, nuestro amor para el Señor se ha resfriado tanto que ya no hay un deseo cualquier para Él; ¡así como el marido infiel está de su esposa! Él ya no es nuestro “primer amor” (Apocalipsis 2:4); y por lo tanto, no lo buscamos porque estamos tan contentos con nuestro pecado.

No obstante, tenemos que decir, ¡esa es una de las razones porque no hay avivamiento, en un sentido general, en la Iglesia hoy en día! ¡Hay tanta sensualidad, carnalidad y mundanería, no sólo en la Iglesia pero también en el púlpito! Por causa de ello, no hay humildad en las vidas del pueblo de Dios, mucha oración sin en verdad orar; y seguramente, ninguna urgencia para volverse a Dios. La evidencia de esto es visto que en vez los cristianos profesos teniendo un efecto e influencia en todas las áreas de la sociedad; ¡ha sido al revés! Temo que tenemos que decir que mucho de la cristiandad de hoy se ha “conformado a este mundos” (Romanos 12:2) de modo que nuestro testigo para Cristo y el Evangelio ha perdido su poder y belleza. ¡Eso es lo que sucede cuando reincidimos a los “malos caminos” del pecado! ¡Mientras que nos quedemos allí, puede creer que no hay un avivamiento venidero!

Pero, secundariamente, podemos saber que el avivamiento ha venido cuando “tomamos (nuestra) cruz cada día, y (sigamos a Jesús)”. En la reincidencia nos encontramos en un estado muy deplorable; y eso es cuando nuestros corazones están “hastiados de sus caminos” (Proverbios 14:14). ¡Eso siendo el caso no estamos siguiendo a Jesús porque vivimos para nosotros mismos! ¡Pero oh! Cuán diferente es cuando Dios abre las ventanas del cielo y derrama Su gracia y Su Espíritu sobre Su pueblo reincidido; y la promesa será verdad: “Porque yo derramaré aguas sobre el que tiene sed, y ríos sobre la tierra árida; derramaré mi Espíritu sobre tu linaje, y mi bendición sobre tu descendencia; y brotarán como entre hierba, como sauces junto a corrientes de aguas” (Isaías 44:3, 4). Ahora, ¿no te hace esto sediento y te causa que ores como David? “Extendí mis manos a ti; mi alma tiene sed de ti como la tierra sedienta” (Salmo 143:6); o como en el Salmo 63:1, 2 – “Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde agua no hay; para ver tu poder y tu gloria, así como te he mirado en el santuario”.

Por supuesto, tenemos que tener presente que tener “sed” no es Avivamiento____ es una condición que tiene que existir en el cristiano reincidido en orden para que el Avivamiento pueda venir; porque son sólo ésos que tienen sed para Dios que tendrán “aguas derramados sobre ellos”, y son ésos que por la gracia de Dios han sido hechos dispuestos para hacer lo qué 2 Crónicas 7:14 y Lucas 9:23 dicen que debemos de hacer ¡si verdaderamente deseamos Avivamiento! Por lo tanto, tenemos que decir que son sólo ésos que podrán, no sólo de “convertirse de sus malos caminos”, pero también “tomar su cruz cada día, y (seguir a Jesús)”. Quizás preguntará: "¿Cómo sucede esto?" Bueno, recuerda que una planta que se marchita se está secando debido a la falta de agua, pero se revitalizará, se renovará y será restaurada siempre que sea regada. ¡Esto es también verdad en el sentido físico siempre que una sed sea satisfecha con agua refrescante! Creo que podemos aplicar esto espiritualmente. ¡La sed de un reincidente para Dios que es satisfecho por las lluvias celestiales de gracia y bendiciones de Dios definitivamente experimentará el Avivamiento!

Entonces, muy ciertamente, cuando eso sucede ahora el cristiano estará dispuesto, no sólo para “convertirse de sus malos caminos”, pero también “tomar su cruz” para "seguir (a Jesús)"; ¡no importa que! Ahora él es hecho dispuesto para hacer todo eso, para llegar a ser “sacrificio vivo” (Romanos 12:1) para su Señor y Salvador Jesucristo; es decir, para ser lo que él debe de ser en Jesucristo (2 Corintios 5:17). Todo lo que significa el Avivamiento y el Despertamiento Espiritual será verdad al cristiano que es convertido a Dios, es decir ¡él es Avivado, Renovado, Restaurado; y seguramente, Reformado! Al mismo tiempo, tenemos que notar que esto no será simplemente una experiencia de un día; o mientras que las "reuniones de avivamiento" duren, sino que el Avivamiento verdadero es una obra de gracia de “cada día” sobre el reincidente restaurado para que tome su cruz cada día para seguir a Jesús. Por eso costará mucho en seguir verdaderamente a Jesús cada día, ¿verdad?

Por lo tanto, la pregunta que tenemos que contestar es: ¿Estamos dispuestos de convertirnos de nuestros malos caminos para que podamos tomar nuestra cruz cada día para seguir a nuestro Señor en obediencia a Él y para separarnos de todo lo que es mal ante del Señor? No sólo eso, pero ¿estamos dispuestos a humillarnos, en orar y buscar Su rostro, y de negarnos para que nuestro Dios glorioso mande que las nubes lluevan una vez más sobre Su pueblo reincidido (compare Isaías 5:6)? Oh, pueblo de Dios, vamos a ser serios acerca de ello y permitir que la urgencia de la hora nos traiga a nuestros rostros ante del muy Santísimo con un corazón roto y espíritu contrito por haberle ofendido tanto, implorando la sangre preciosa y la justicia de Su amado Hijo, el Señor Jesucristo, para que Él en Su ira se acuerde de la misericordia (Habacuc 3:2). Sí, amados, vamos a implorar ante Su trono de gracia por la misericordia y gracia para que Él nos “vivifique según su palabra” (Salmo 119:25, 107, 154) como Él prometió: “Entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14); porque como Él dice en otro lugar: “Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos” (Oseas 14:4). ¡ALELUYA!!! Oh, permita que así sea, OH SEÑOR. Amén.