domingo, 11 de septiembre de 2011

¿PUEDE JESÚS SER TU SALVADOR SIN SER TU SEÑOR?


Recientemente leí en una revista un artículo (…) Empezaba con una pregunta: “¿Necesita una persona hacer a Cristo Señor como requisito para la salvación?”. No menos de diez veces en el artículo de dos páginas, el autor hablaba de “hacer a Cristo Señor” de nuestra vida*. Semejante terminología se ha hecho tan familiar en nuestra generación que algunos cristianos se inclinan a creer que es bíblica, pero no lo es.

La Biblia no habla de nadie que “haga” a Cristo como Señor, excepto Dios mismo, quien “le ha hecho Señor y Cristo” (Rom. 14:9; Fil. 2:11), y el mandamiento bíblico tanto para pecadores como para santos no es “hacer” a Cristo Señor, sino acatar su señorío. Los que rechazan su señorío le honran sólo de labios, no son salvos (ver 1 Cor. 12:3; Luc. 6:46-49). Sabemos que por las palabras de Jesús en Mateo 7:22, muchos de los que admiten el señorío de Cristo de palabra o de manera intelectual, serán rechazados en el

Cielo, porque no hacen la voluntad del Padre que está en el Cielo. Todos los que creen en la Palabra de Dios, estarán de acuerdo en que Jesús es Señor en todo tiempo y para siempre, ya sea que alguien reconozca su señorío o se someta a su autoridad, como si no lo hace. (…) En Mateo 7:21-22 y Lucas 6:46-49, Jesús atacó la posición falsa de quienes le llamaban Señor pero no le conocían en realidad, y dejó claro que la obediencia a la autoridad divina es un requisito previo para entrar en el reino. Evidentemente, su señorío es una parte integrante del mensaje de la salvación.