domingo, 3 de febrero de 2013

Cáncer en la Iglesia de Jesucristo.


Como todos sabemos el cáncer a nivel médico es una de las enfermedades más devastadoras de la especie humana, incurable en sus etapas avanzadas, constituye una de las maneras más terrible y dolorosa de ver morir a una persona.
A nivel espiritual, la iglesia, que es el cuerpo de Cristo, ha estado expuesta por mucho tiempo a virus diversos que la han contaminado y la han postrado en una enfermedad espiritual que bien pudiera compararse al cáncer más mortífero. Uno de esos virus es la “apostasía”.
La apostasía ha estado presente durante el paso de los tiempos merodeando la iglesia, al principio externamente, como ya lo advertían los escritos de los padres de la iglesia:
“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.
Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado.” II Pedro 2:1-2
Variadas formas de apostasía han invadido la iglesia durante su supervivencia a través de los siglos, la cual actuando como veneno mortal, como agente cancerígeno, ha ido dañado y envenenando la fe pura que fue dada una vez a los santos. (Judas 3)
Nuestros hermanos de la iglesia primitiva sufrieron hasta el martirio a fin de legarnos el Evangelio puro de Jesucristo, a ellos les tocó vivir tiempos de persecución terribles, no obstante, en ningún otro periodo de la iglesia ésta se mantuvo más pura, doctrinalmente hablando.
A nosotros nos ha tocado vivir tiempos de terrible y descarada apostasía, lo terrible del caso es que esta se cobija con la manta de la religiosidad.
Anteriormente, cuando hablábamos de apostasía, nos venía a la mente aquel que habiendo conocido al Señor, se había vuelto al mundo. ¡Qué ingenuidad la nuestra! Porque la verdad, no existe apostasía más horrible que aquella que se disfraza de “cristiana” por cuanto suele arrastrar a los incautos, los indoctos, los negligentes espirituales, aquellos que siempre están pidiendo a los demás que oren por ellos, como si ellos estuviesen incapacitados para hacerlo o como si Dios a ellos no les escuchase. Esa es pereza, pesadez espiritual, falta de apetito por las cosas espirituales… ¿Para qué orar?, si para eso tenemos al pastor, para eso le pagamos su salario, para que ore y vea por nosotros… ¿Para qué leer la Biblia? si para eso tenemos a los maestros, que ellos se quemen las pestañas estudiando sus lecciones mientras nosotros nos pasamos horas enteras frente al aparato de televisión, usando el control remoto con una pericia que revela lo habituados que estamos a este nulo estilo de vida, el cual, dicho sea de paso, no revela otra cosa sino otra forma de apostasía y alejamiento de las cosas de Dios. Sumemos a eso también la era cibernética y otros computadores, cuando se usan sólo como entretención.
De esta manera los incautos son arrastrados por las multitudes que suelen atraer estos maestros del engaño y del error, expertos en manipulación, logran trasquilar al rebaño del Señor con un descaro y un cinismo que indigna. Ya lo revelaba el apóstol Pedro, que las intenciones de estos “iluminados” no eran otras que hacer mercadería con la fe:
“Y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme” II Pedro 2:3
Recordé lo que escribiera cierto autor cristiano, al respecto de la corrupción en la que suelen caer estos “ministros” en su afán de riqueza y poder:
“No hay olor tan desagradable como el que se desprende de la bondad corrompida, y pocas cosas hay que corrompan nuestra bondad como la avaricia, el deseo de popularidad y el sentimiento de éxtasis que se deriva cuando ejercemos poder sobre aquellos que nos entregan su adoración idolátrica. Cuando nuestros motivos son los incorrectos, nuestro ministerio está errado y las consecuencias para nosotros, nuestros seguidores y la iglesia entera, son trágicas.”
Resulta alarmante cómo este cáncer ha cundido en el cuerpo de Cristo sin que muchos de nosotros hagamos nada para impedirlo. Admiro la labor de los siervos que levantan su voz para denunciar a estos lobos disfrazados de ovejas y que advierten al pueblo del peligro que les acecha.
Estamos pereciendo por falta de conocimiento y de discernimiento espiritual.
Por causa de nuestro tremendo descuido de la palabra de Dios, y nuestra escasa percepción espiritual, creemos a cualquier “ministro” o ministerio que nos llene los ojos o nos endulce el oído, sin reparar en las barbaridades que enseñen o que digan.
La Biblia nos dice que cuando Jesús ministraba en la tierra, los judíos iban a él en busca de señales, mientras que los griegos buscaban sabiduría, y ambos grupos encontraron en Jesús lo que buscaban.
Nosotros hoy, debemos prestar más atención a las palabras y enseñanzas de estos “ministros” y “apóstoles” los cuales suelen enseñar aberraciones que van desde falsas y torcidas interpretaciones de la palabra de Dios hasta enseñanzas originadas en el ocultismo, la masonería, la nueva era y filosofías orientales de meditación trascendental.
Por supuesto que estas enseñanzas van “vestidas” o disfrazadas con ropaje cristiano.
Aquí quiero parar, porque este tema es extenso, como extensa es la lista de estos “apóstoles” y falsos maestros surgidos del anonimato al estrellato, como ya lo dije anteriormente.
 Pueblo de Dios, no te dejes engañar, vivimos tiempos difíciles, los cuales fueron predichos en las escrituras por nuestro Señor Jesucristo, como una característica de estos últimos días:
“Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañaran, si fuere posible, aun a los escogidos” Mateo 24:24
De esto también hablaron los auténticos apóstoles del Señor, los cuales advirtieron repetidamente acerca de este cáncer nefasto que cundiría el cuerpo de Cristo en nuestros tiempos. La exhortación es para cada siervo genuino de Dios, para cada creyente, líder o ministro:
“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él gano por su propia sangre.
Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño”.
Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.” Hechos 20:28-30.
ALERTA PUEBLO DE DIOS Y …QUE ÉL NOS BENDIGA.