martes, 7 de febrero de 2012

Buscando el avivamiento. (2da.Parte)


UNA NACIÓN SE SANA CUANDO ORAMOS. “ y oran”

• Orar porque es la única opción que tenemos.
• Orar porque Jesús mismo lo demostró en todo su ministerio.

“No importa que nivel de madurez espiritual hayamos alcanzado,
necesitamos renovar nuestras apariencias, necesitamos frescas manifestaciones
y nuevas visitaciones del cielo. Necesitamos que las ventanas de los cielos
se abran una y otra vez sobre nuestras cabezas. Necesitamos que el
Espíritu Santo nos de otra vez un Pentecostés.”
Charles Spurgeon.

“ Sin mi nada podéis hacer” Jesús.

La oración, la intercesión y el quebranto son las herramientas divinas para ver cambios sustanciales en nuestra nación. ¿Cuándo fue la última vez que invertimos unas cuantas horas en la noche o en la mañana para interceder por nuestra nación?. Dios le dijo a Salomón: ¡Si mi pueblo se humilla y ora!. Dos primeros elementos vitales en el sendero de la recuperación de nuestra nación y esos dos elementos comienzan en mi y en ti.

UNA NACIÓN SE SANA CUANDO BUSCAMOS EL ROSTRO. “ Y buscaren mi rostro”.

¿Qué es buscar su rostro? No es lo mismo que orar?.

No, No es lo mismo. Usted y yo podemos orar sin buscar el rostro de Dios. Buscar el rostro de Dios es un grado más de profundidad en la comunión con el Padre.

Uno puede orar sin buscar su rostro. Así como usted puede hablar con alguien sin mirar su rostro. Para poder mirar el rostro de alguien uno tiene que sentirse libre de culpa. Mirar el rostro es estar dispuesto a ser confrontado. Y es ahí donde muchas veces huimos fácilmente escondiéndonos aún en la misma oración para no ser confrontados por el Dios Eterno.

No puede prevalecer el rostro humano ante el rostro divino. Uno tiene que rendirse.

Como Isaías lo hizo:
“Vi yo al Señor sentado sobre su trono alto y sublime y sus faldas llenaban el templo…. Entonces dije: ¡Ay de mi! Que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundo, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos” Isaías 6: 1,5.

Pedro ocultó su rostro ante Jesús. Sintió la confrontación del Maestro:
“Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador”. Luc 5:8

Gedeón exclamó un grito de muerte:
Y viendo Gedeón que era el ángel del Señor, dijo: Ah, Señor Jehová, que he visto el ángel de Jehová cara a cara. Jueces 6:22

Abraham escondió su rostro muriendo así a sus planes y su identidad cambió.
Y siendo Abraham de edad de noventa y nueve años, se le apareció El Señor y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mi, y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mi y ti, y te multiplicaré en gran manera. Entonces Abraham cayó sobre su rostro y Dios habló con él diciendo: He aquí mi pacto contigo, serás padre de muchedumbres y no se llamará más tu nombre Abraham, sino que será tu nombre Abraham porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes”. Gen 17:3-5

Jacob fue marcado por el rostro de Dios.
Y llamó Jacob el nombre de aquel Lugar Peniel: Porque vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma. Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera”. Gen 32:30,31

Moisés ocultó su rostro para morir a su vida sin propósito.
Y dijo: No te acerques acá: quita tus zapatos de tus pies, porque el lugar en tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu Padre, Dios de Abraham, Dios Isaac, Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. Éxodo 3:5,6.

Elías no pudo mantener su rostro mientras huía.
Y cuando lo oí Elías, cubrió su rostro con su mano, y salió, y se pudo a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz diciendo: Qué haces aquí Elías? I Rey 19:13.

Ahora podemos ver la razón por la cuál en 2 Crónicas 7, Dios habla primero de humillarse, luego habla de orar y nos sube a un tercer escalón al hablarnos de buscar su rostro. Por eso el rey David dijo:
Escudríñame Oh Dios y ve si hay en mí camino de perversidad.

Nuestra nación comienza a sanarse cuando nosotros mismos, quienes conocemos a Dios personalmente no evadimos la confrontación divina luego de humillarnos y orar. En nuestras manos cae tremenda responsabilidad. (continuará)

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